Whiplash: Música y Obsesión

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Estreno Original:  October 10, 2014
Director: Damien Chazelle
Guión:  Damien Chazelle
Reparto: Miles Teller, J.K. Simmons

De todas las cintas americanas del año pasado que he llegado a ver, Whiplash: Música y Obsesión fue la que más provocó alguna reacción. Tengo un vínculo muy fuerte con la franquicia de X-Men, así que me maravillé con Días del Futuro Pasado, me conmoví con la madre que trataba de poner su vida en orden que interpretó Patricia Arquette en Boyhood, pero fueron estos horribles personajes conflictivos los que se quedaron conmigo, superando esa norma de utilización de personajes simpáticos en la narrativa.

Miles Teller interpreta al ilusionado baterista de primer año, Andrew Neimann, que viene de una sencilla familia trabajadora de «cuello blanco» [1] con su padre soltero (oh, hola, Paul Reiser~). Neimann sueña con ser uno de los mejores bateristas de jazz, pero para eso necesitará la ayuda del irritable de Fletcher (Simmons), que en busca de la perfección musical, te manipulará mentalmente, te gritará y abusará verbalmente de ti para obtener lo que quiere.

Aunque la naturaleza abusiva entre mentor y estudiante — llegando a su apogeo con esa última interpretación que durará para toda la vida — puede caerle mal a mucha gente, considerando esa moda de los ánimos positivos de los padres en ambientes académicos, es esa falta de personajes cautivantes que están llenos de carisma lo que hace de Whiplash una historia poco convencional que no es sobre un agradable perdedor en el que nos podemos reflejar por su lucha constante para lograr su cometido gracias a su inspirador profesor— de esas hemos visto muchas. Esta historia ni siquiera es sobre el jazz o la pasión por la música [1], el jazz no se trata de ser preciso, eso es lo que me han dicho un millón de veces~ es sobre manifestar tus sentimientos con él. Whiplash es sobre el poder, y el poder es intoxicante.

La dirección de Damien Chazelle es competente, construyendo su historia con base a su cortometraje, sin embargo la fuerza impulsora de todo el proyecto son esas audaces actuaciones por parte de Simmons (quien retoma su papel) y Teller, cuyo Neimann atraviesa por toda esa montaña rusa emocional por la cual Fletcher lo somete. Estos tipos no son complacientes, uno de ellos es un patán prepotente con un problema de actitud vengativa; y el otro se convierte en un idiota obsesionado consigo mismo que arremete contra su posible enamorada-de-un-minuto para lograr grandeza– la familia de Neimann también es bastante mala, colocando los logros musicales de Andrew por debajo de los logros de fútbol americano de sus primos. Toda esta tensión se intensifica gracias a la edición de Tom Cross, además de las composiciones musicales de Justin Hurwitz que combinadas con unos estándares de jazz (que descalificaron la banda sonora para el Oscar), crean un ritmo electrizante por casi dos horas. Aunque nada llega a ser tan fresco o juguetón como la música inspirada en jazz que utiliza Jigarthanda, Whiplash y Caravan guían mucho de la historia, estimulando a la audiencia hasta ese último corte-a-negro, pasen los créditos.

Y miren que sorpresa~ mis cintas favoritas del 2014 tienen mucho sobre Chutzpah [1].

Rating: ★★★¾☆ 

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