A la Velocidad de las Drogas

Título Original: Udta Punjab
Estreno Original: June 17, 2016
Dirigido por: Abhishek Chaubey
Guión por: Sudip Sharma, Abhishek Chaubey
Reparto: Shahid Kapoor, Alia Bhatt, Diljit Dosanjh, Kareena Kapoor, Satish Kaushik, Prabhjyot Singh

Al igual que el desmantelamiento del pequeño pueblo Rockwelliano americano de David Lynch, el muy comentado exposé sobre el abuso de drogas de Abhishek Chaubey, A la Velocidad de las Drogas, logra destapar el grueso barniz de idealización propagada durante mucho tiempo por Bollywood (y, estoy seguro, las industrias de cine regional) sobre el epónimo estado indio de Punyab. El hecho, en este caso, puede no parecer tan deliberadamente subversivo en la superficie, pero el producto final no está menos alejado de la norma.

Y esa norma, tal vez grabada por siempre en los corazones y memorias de muchos una veintena de años atrás por Amor Contra Viento y Marea de Yash Raj; que podría ser la segunda película india más popular de todos los tiempos, solo sobrepasada por Sholay; ha consistido de suntuosos campos de mostaza verdes y amarillos, campesinos felices y de buena salud que cantan canciones folclóricas con el mismo placer que las cintas de propaganda china o la era soviética; y en general un sentido de bonhomía y camaradería.

Sin autoproclamarse como pionero, la película, gracias a su decidida concentración al tema principal, termina representando su ambiente de manera muy distinta. Esta es la Punyab de mala infraestructura, inestabilidad agraria, connivencia política, lenguaje soez, y una crisis moral y espiritual relacionado a la amenaza de las drogas. La Revolución Verde [1] parece un recuerdo distante. No es coincidencia, tal vez, que uno de los personajes se burle diciendo que la sofisticación del tráfico de drogas es la “Revolución Verde Parte 2”.

En Glut [YouTube]; el cortometraje documental de buenas intenciones, aunque no especialmente bien ejecutado; revelan que el 73.5% de la juventud en Punyab es adicta a las drogas. Mientras que los políticos locales han debatido tan alarmantes cifras, muchos estudios han sugerido que el problema es ya generalizado [1]. Cuando fue recién lanzado el primer avance, la voz en off proclamaba una cifra similar. Tal vez para evitar futuros problemas, los creadores decidieron silenciar el porcentaje exacto. Lo que queda, sin embargo, es la sugerencia que esta tierra de cinco ríos se está convirtiendo más y más en México.

Hablando de eso, es casi seguro decir que gran parte de las películas relacionadas a las drogas de los últimos tiempos suelen estar situadas en este asediado país latinoamericano. La lista incluye la muy celebrada Tráfico de Soderbergh, que se mantiene como punto de referencia para todos los cineastas tratando de mostrar las varias facetas de la epidemia de drogas. Chaubey y su co-escritor Sudip Sharma, quien previamente escribió el tenso thriller de venganza NH10, han empleado estructuras narrativas similares aquí. A diferencia de los guiones de Guillermo Arriaga, la construcción de historias superpuestas no se dejan entender como excesivamente esquemáticas. A la Velocidad de las Drogas puede no ser tan ambiciosa (o ambigua) como la obra de Soderbergh, pero es más íntima.

Aunque es considerablemente dramatizada, ésta logra asentarse en la realidad de la situación gracias a la gran cantidad de investigación. A pesar que los cineastas no podían acusar a las autoridades directamente, por permitir —incluso facilitar— la venta de heroína y, especialmente, drogas sintéticas; lo que muestran hace bastante obvia la colusión política que posiblemente exista. Sin ser muy violentos o gráficos, es más sincero sobre los efectos negativos del abuso de drogas. Sin sorprender, algunos la han llamado un “especial para después de la escuela” (no una crítica negativa, en este caso en particular). Francamente, con todas sus virtudes, títulos como Réquiem por un Sueño se merecen la etiqueta mucho más que A la Velocidad de las Drogas.

Similar a su debut cinematográfico, Ishqiya (Krishna y los Ladrones), Chaubey muestra nuevamente un buen sexto sentido y visión para presentar a los pueblos del interior del país, sin mencionar los personajes que suelen habitar en ellos. Él y su director de fotografía Rajeev Ravi, un veterano de la filmografía de Anurag Kashyap, son capaces de capturar la decrepitud sin darle mucho énfasis. Esto da lugar también gracias al trabajo preciso de la editora Meghna Sen, quien ya había editado trabajos como Omkara (Hasta el Último Suspiro) y Kaminey de Vishal Bhardwaj, el mentor de Chaubey, además de las actuaciones de su joven elenco.

La estrella del rock adicta a las drogas de Shahid Kapoor, Tommy Singh, puede ser visto frecuentemente como una creación superficial, pero Kapoor encuentra la forma de darle elementos para hacerlo empático; su transformación gradual es uno de los elementos destacables. Un chico de un pueblo pequeño que tuvo un ascenso imparable con el que no pudo lidiar, Tommy es un embrollo de emociones y actitudes. De muchas formas, es una mezcla de la pareja diametralmente opuesta de los gemelos Kapoor que interpretó en la ya mencionada Kaminey: siniestro y destructivo por un momento, y casi ingenuo al siguiente. Aunque su carrera continuó por algunos años después del éxito crítico y comercial de esa película, es alentador verlo encontrar su llamado en proyectos inusuales como éste y La Traición de Haider.

Es aún más impresionante presenciar a Alia Bhatt; cuyo personaje sin nombre es una trabajadora migrante del estado de Bihar que termina metida en el mundo de la droga y prostitución; tomar el riesgo con otro papel exigente en tan corto tiempo después de Highway de Imtiaz Ali. Nuevamente prueba que personificar personajes como éste va más allá de no usar maquillaje o usar cierto tipo de ropa. No puedo imaginar que alguien haya podido verlo venir considerando que tan convincentemente fue verla hacer de bimbette en su debut de Estudiante del Año de Karan Johar.

La mejor y más sutil actuación, sin embargo, le pertenece a Diljit Dosanjh; una estrella del cine y de la música en su nativa Punyab que hace su debut en Bollywood aquí. Un pobre subinspector de la policía que se encuentra en la intersección donde descubre que su hermano menor se ha convertido en un adicto de las sustancias que regularmente se contrabandean bajo la mirada policial, debido al trato que los narcotraficantes tienen con las autoridades locales. Aunque las escenas donde el inspector Sartaj Singh y la doctora/activista (K. Kapoor) tratan de investigar a la fábrica de drogas son las menos reales, la convicción sincera y casi tonta de Dosanjh es lo que lo hace aceptable.

A la Velocidad de las Drogas, como muchos fans del cine indio lo saben, se fue de encuentro con el poderoso consejo de la censura en el país (CBFC), una entidad que, por definición, sólo debería certificar películas. Aunque el co-productor Kashyap ya ha peleado su cuota de batallas con cintas previas, ésta se convirtió en más personal y político cuando el comité que revisa las películas le proveyó una lista oficial de cortes para que puedan llegar a los tribunales. Eventualmente, el caso terminó en la Corte Superior de Bombay, que aprobó la película con tan solo una edición [1]. Lo que tal vez fue aún más dañino fue que una copia digital fue filtrada días antes de su estreno. Aún así, no tan diferente a sus personajes, ha logrado sobrellevar un sinnúmero de problemas para triunfar—en más de un sentido.

Rating: ★★★★☆ 

por Arsaib Gilbert

La película se encuentra disponible en Netflix con su versión subtitulada, y está en rotación en la programación de ZeeMundo en su versión doblada al español.

Originalmente publicada en inglés.

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